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Meghan Murphy sobre la identidad de género y los derechos de las mujeres en la Biblioteca Pública de Vancouver.

Silvia I. • 11 de julio de 2020
Traducción del discurso ofrecido por Meghan Murphy sobre la identidad de género y los derechos de las mujeres en la Biblioteca Pública de Vancouver. 

El 10 de enero de 2019, Meghan Murphy habló en un panel en la Biblioteca Pública de Vancouver, sobre identidad de género y derechos de las mujeres. 
18 de enero, 2019 por FEMINIST CURRENT.

Lo siguiente es una transcripción editada de un discurso ofrecido por Meghan Murphy el 10 de enero de 2019, en la Biblioteca Pública de Vancouver. El evento se llamó “Identidad de género y Derechos de las mujeres”, y se puede ver entero en  YouTube.

Antes de nada, creo que es importante reconocer la valentía que habéis tenido al venir esta noche. Considerando a lo que se enfrentan aquellos que se atreven incluso a preguntar sobre—da igual anteponer las críticas—la ideología de identidad de género y la legislación y, considerando el nivel de acoso dirigido a este evento en particular. Creo que el hecho de que estéis todos aquí envía un mensaje potente, que es el de que la gente todavía cree en la libre expresión, la democracia, el pensamiento crítico y el debate. 
A pesar del acoso de los transactivistas y, a pesar del hecho de que la Biblioteca Pública de Vancouver—una institución pública dirigida por el gobierno , sujeta a la Canadian Charter or Righst and Freedoms (Acta constitutiva de los Derechos y Libertades), incluyendo la obligación de proteger y mantener la sección 2 (b), libertad de expresión—ha trabajado duramente para cancelar este evento, hemos vendido todas las entradas. Y aquí estamos, a las 9.30 PM de un jueves por la noche. Gracias. 

Quiero recordar a todo el mundo, también, que el propósito principal y el valor central de las bibliotecas públicas es el acceso. Así que, la misión universal de las bibliotecas es dotar de un acceso equitativo a la información, para facilitar y proteger el derecho de acceso libre al conocimiento. Aun así, nuestra biblioteca pública tomó decisiones intencionadas para intentar limitar el acceso a este evento; forzándonos a cambiar la hora a otra, ridícula, de una noche entre semana; o mediante la imposición de pagos de seguridad excesivos; o difamándome a mí, a mi página web, y a este evento.

En Noviembre, tras las llamadas de transactivistas a la BPV (Biblioteca Pública de Vancouver) para cancelar este evento (porque, dios nos perdone, discutimos una legislación que tiene implicaciones enormes para todos nosotros pero, muy en particular, para las mujeres y las niñas), la bibliotecaria jefe Christina de Castell emitió un comunicado en Twitter diciendo que la BPV tiene tolerancia cero con la discriminación y no está de acuerdo con los postulados de Feminist Current. No explicaba cuáles creía que eran los postulados de Feminist Current, ni especificó con cuáles de esos supuestos postulados estaba en desacuerdo. Pero, considerando que la mayor parte de lo que se ha producido y publicado en Feminist Current a lo largo de los años se refiere a la violencia de los hombres sobre las mujeres y a poner en cuestión las prácticas, leyes y comportamientos que perpetúan la deshumanización y naturalización de la explotación de mujeres y niñas, me pregunto si deberíamos seguir adelante o asumir que Christina de Castell y la biblioteca se oponen ideológicamente al movimiento feminista.  
En su comunicado, ella decía también, “Reconocemos que las opiniones de Meghan Murphy son preocupantes”. Y quizá tenga algunas opiniones preocupantes… creo que los gatos son malas mascotas… (el tema más controvertido de esta noche, ¡¡estoy segura!! Podemos hablarlo en el turno de preguntas….) Yo estoy a favor de la prohibición total del cilantro…. Creo en fantasmas…. Pero, no se nos ofreció ninguna explicación en términos de cuáles de mis opiniones son preocupantes, así que podría ser cualquiera de las anteriores.
No obstante, la biblioteca dejó claro que no están en una posición de censurar el libre discurso, siempre que no viole la ley. Y, a pesar de lo que claman los transactivistas, no es ilegal entender y afirmar que el sexo biológico es real, y lo que implica. Y por decir esto, esencialmente, es por lo que yo y otras mujeres hemos sido difamadas, amenazadas y censuradas. 
Tampoco es ilegal comprender que una mujer es una hembra humana adulta. 

No es ilegal defender las casas de transición de las mujeres y argumentar que, cuando las mujeres escapan de la violencia machista, deberían tener acceso a espacios que las hagan sentir seguras, donde puedan hablar a mujeres que comprenden lo que es crecer siendo una mujer en este mundo, y donde se les pueda asegurar que no serán más vulneradas teniendo que compartir una habitación con un hombre. 
No es ilegal entender que los cuerpos de los varones y de las hembras son diferentes, y que las mujeres y las niñas tienen derecho a competir en deportes en términos justos, contra otras mujeres y niñas y no contra hombres que, en la mayoría de los casos podrían tener una ventaja injusta debido a las diferencias en la masa y estructura ósea, la densidad de los huesos, el tamaño de órganos como el corazón o los pulmones y mucho más. 
No es ilegal en Canadá que las lesbianas elijan como pareja íntima a mujeres únicamente y que rechacen parejas sexuales con pene. 
No es ilegal demandar a nuestro gobierno que considere las implicaciones de las políticas que permiten que cualquiera se pueda auto identificar con una mujer, y que haga una consulta pública sobre estas partes de la legislación y de las políticas. 
No es ilegal que las mujeres quieran acceso a vestuarios libres de hombres. No es ilegal pensar críticamente, hacer preguntas y explorar ideas. 
No debería ser “difícil” que una biblioteca “aceptara un alquiler” de aquellos con los que está en desacuerdo, porque una biblioteca, de todos los lugares, debería ser la primera en apoyar la libertad de expresión, y la última en tomar una postura pública contra nuestro discurso libre—el discurso libre de las mujeres, de las feministas, y del público general. A pesar del hecho de que la biblioteca mantuvo nuestra reserva, quiero dejar claro que lo que han hecho y dicho públicamente en relación con este evento era erróneo y era peligroso, y es algo que ninguno de nosotros deberíamos aceptar. Esto no se trata solo del tema de la identidad de género, se trata de todos nosotros, de la democracia y, aun a riesgo de sonar hiperbólica, de prevenir el fascismo.

Antes de que vayamos más lejos, al meollo de este tema y debate en particular, quiero definir mis términos. Una de las cosas más frustrantes de esta conversación es que, a menudo, estamos todos hablando idiomas muy diferentes, y aquellos que promueven la ideología de la identidad de género y la legislación, a menudo, se niegan a definir sus términos de una manera coherente, lo que hace que se dificulte la conversación genuina.
Entonces, cuando yo digo “sexo” me refiero a la biología—si un individuo es varón o hembra. Yo defino un hombre como un varón humano adulto, y una mujer como una hembra humana adulta. Así es cómo la mayoría del mundo, durante la mayor parte de la historia, ha entendido los términos “hombre” y “mujer”. 
Cuando yo digo “género”, de lo que hablo es de los estereotipos y roles sociales impuestos en los varones y hembras, en base a su sexo. Esto es lo que quiero decir cuando hablo de feminidad y masculinidad. Entonces, son las ideas que nos cuentan o que mantenemos en la sociedad sobre lo que los hombres y mujeres deberían ser, las normas sociales a las que se espera que nos unamos, cómo nos deberíamos vestir, los tipos de trabajo que deberíamos tener, cómo deberíamos actuar, cómo debemos mostrarnos, qué trazas deberíamos tener en nuestra personalidad, etc. 
Cuando yo digo “transactivista”, no estoy hablando específica o necesariamente sobre las personas trans-identificadas. Estoy hablando de cualquier persona que promueva o apoye la ideología de la identidad de género y la legislación. 
Cuando yo digo “ideología de la identidad de género” o “ideología transgénero” me refiero a la idea de que una persona pueda nacer en el cuerpo equivocado o que sea posible que una persona cambie de sexo. 
Cuando hablo de la “legislación de la identidad de género” me refiero a la legislación que permite a la gente que se identifique con cualquier sexo que elija, y a que tengan acceso a instalaciones, espacios, posiciones políticas, trabajos, becas, universidades, competiciones deportivas de acuerdo con ello. 

Yo no uso el término “cis”, que es una palabra creada por los transactivistas para referirse a personas cuya “identidad de género está de acuerdo con su sexo”. Esto es porque no tengo una identidad de género. De hecho, nadie lo tiene. Tenemos cuerpo y tenemos personalidades, y mi personalidad no es un conjunto de estereotipos. Y yo me niego a definirme como un conjunto de estereotipos que se han utilizado para defender prácticas y creencias sexistas a lo largo de la historia. 
Yo no soy, como muchos transactivistas claman, una esencialista biológica. Yo creo que los niños deberían poder jugar con muñecas y llevar vestidos si les gusta. Yo creo que pueden ser tan sensibles y emocionales como las niñas. Yo creo que las niñas deberían poder jugar con camiones, armar jaleo, tener el pelo corto y negarse a llevar vestidos. Creo que las niñas pueden ser racionales, asertivas y aventureras.
No creo que cualquier persona deba ser discriminada o perseguida por salirse de los estereotipos que nos ofrecen y que refuerzan en nosotros de tantas y tantas maneras. Y, de hecho, como feminista, creo que se debería animar a salir de esos estereotipos. 

Lo que es increíblemente irónico de este debate y la forma en que se posicionan las feministas que desafían la ideología transgénero es que las feministas siempre han tenido una postura increíblemente liberal y liberatoria sobre el género. Queremos que la gente sea libre para ser ellos mismos, y no sentir la presión de adoptar estereotipos masculinos o femeninos. 
Sin embargo, somos las que, en este debate, somos acusadas de conservadoras o regresivas. Esto, viniendo de personas que dicen que cualquier niño al que le gusten los vestidos rosas con volantes no pueden ser niños a los que les gusten los vestidos rosas con volantes sin más, sino que realmente deben ser una niña lo que, por supuesto, conduce a una larga historia de acoso a niños que se salen de las normas de género y a los que se acusa de ser niñas. 
No tengo claro por qué nuestros argumentos e ideas se tergiversan de una manera tan drástica por parte de nuestros oponentes, pero diría que es porque nuestros oponentes no son capaces de contra argumentar en buena fe, así que no tienen otra opción, en términos de ganancias, más que mentir, acosar y difamar.
Hoy, nos dicen que si no aceptamos la idea de que el sexo biológico está determinado por sentimientos, preferencias o deseos individuales, somos intolerantes, o fascistas o que nos merecemos ser arrestadas o asesinadas. 
La verdad, muchas personas—mayoría hombres—me han amenazado de forma violenta en la red por decir lo que estoy diciendo hoy. Los organizadores de este evento recibieron gran cantidad de amenazas violentas, sexualizadas, misóginas a través de Eventbrite. Un individuo llamado Jonathan/Jessica Yaniv, hace poco, se adjudicó el mérito públicamente por haberme echado personalmente de Twitter, y también afirmó que yo había “cometido delitos de odio” y que yo “organicé un mitin de odio” (en relación con este evento en concreto).
Todo esto es porque creo que los hombres y las mujeres son reales, porque creo que los derechos de las mujeres y sus espacios deben protegerse, porque creo que las mujeres tienen el derecho a los límites y porque hago preguntas sobre términos como “transgénero” y sobre las implicaciones de la legislación basadas en ideologías regresivas y sin sentido.

Todavía no sé qué define a una persona trans. No sabemos qué convierte a un hombre en “realmente una mujer”. ¿Es la cirugía? ¿Las hormonas? ¿La ropa?¿El maquillaje?¿La preferencia por el pelo largo? No hay, a día de hoy, una definición coherente de transgénero. Puede ser literalmente cualquier persona o cualquier cosa. No es más que una afirmación, y no es verificable. Crear una legislación alrededor de algo tan vago e indefinible me resulta raro, cuando no peligroso. 
De acuerdo con la Justicia de Canadá, y el Código de Derechos Humanos de Ontario, la identidad de género está definida como “una experiencia individual o interna del género de una persona”. Pero la forma en que experimenta o siente o el género una persona o los roles de género, no cambian literalmente su sexo.
Me han dicho que decir este tipo de cosas “hiere los sentimientos de la gente”, y que, por tanto, no debería decírselas. Pero, si vamos a hablar de sentimientos, ¿por qué se ignoran los sentimientos de las mujeres en todo esto? ¿Por qué los sentimientos de las mujeres sobre si deben o no deben compartir los vestuarios con hombres no importan? ¿Qué ocurre con los sentimientos de las niñas que no quieren ver un pene cuando se cambian para ir a clase de gimnasia? ¿Qué pasa con los sentimientos de las personas que han sido victimizadas por hombres y que no quieren compartir una habitación en una casa de transición con un hombre? ¿Y qué ocurre con los sentimientos de las mujeres a las que se obliga a competir con hombres en deportes?
Justo el mes pasado, un varón que se identificaba como mujer, llamado Christina Ginther, demandó a la liga de fútbol femenino de Minnesota porque un equipo le impidió jugar. La prensa declaró que a Ginther no se le permitió jugar porque era trans, pero eso no es verdad. Fue porque es un hombre. Tiene cuerpo de hombre, y no es justo que las mujeres que juegan en una liga tengan que jugar contra un hombre. La liga dijo a Ginther que no permitía jugadores nacidos biológicamente varones, por razones de seguridad. Este es el tipo de regla que debería sonar sensata a cualquiera a quien, de verdad, le importen y respete los derechos de las mujeres a jugar en deportes de forma segura y justa, y que no esté interesado en pisotear los derechos de otros a favor de sus propias preferencias y deseos. Pero la ideología de la identidad de género y la legislación dicen que estas mujeres no importan, que los sentimientos de este hombre importan más.  
En Toronto, una mujer llamada Kristi Hanna hizo una reclamación de derechos humanos contra el Jean Tweed Center, que lleva la Palmertson House, un refugio para mujeres que se recuperan de adicciones, después de que le dijeran que tenía que compartir una habitación con un hombre que decía ser una mujer. Ella afirmaba que este hombre parecía un hombre, hablaba como un hombre, llevaba barba, “llevaba botas militares”, y que no se había sometido a una operación de cambio de sexo. Pero fue admitido en la Palmerston House de todos modos. Cuando ella y otras mujeres se quejaron de su presencia al personal, la respuesta fue “Somos inclusivas”. Esto, a una mujer que ha sido sexualmente agredida en múltiples ocasiones por hombres, que sufre estrés post traumático e insomnio, además de problemas con el abuso de sustancias, y que se siente tan vulnerable e insegura con la llegada de un hombre y su colocación en la misma habitación que ella, le provocó que tuviera que abandonar su propia habitación en el refugio para ir a otro lugar, dado que estaba tan estresada que no podía dormir. ¿Qué hay de los sentimientos de esta mujer? 
¿Qué hay de los sentimientos de las 14 mujeres esteticistas a las que se pidió hacer a un hombre la depilación a la cera tipo bikini brasileño, y que fueron llevadas a juicio por negarse?
Nada de esto va sobre “transfobia”. Va sobre los hombres, y sobre los derechos de las mujeres a decir no a los hombres, a que no se les haga luz de gas o se les acose por atreverse a poner su propia seguridad, sus derechos y sus sentimientos por delante. 
Ahora estamos en un punto donde no solo permitimos que los hombres dicten qué es una mujer, sino que destruyan, muy rápidamente, los derechos ganados duramente por las feministas, sin ningún debate público. Estamos poniendo a las mujeres y niñas en peligro para evitar ofender los sentimientos de una pequeña minoría de personas, sin un debate público. Estamos permitiendo que se despidan mujeres, se las amenace, persiga, difame, silencie, intimide, que se las lleve al ostracismo e, incluso, se las golpee con el fin de dar acomodo a los sentimientos de los hombres. Esto es lo que está ocurriendo en realidad, y no me importa si esto es chocante para algunos de vosotros aquí, porque es verdad, y me niego a aceptar o repetir mentiras bajo amenazas, especialmente las mentiras que son claramente dañinas. 
Podemos apoyar los derechos de las personas y la dignidad, y dotarles de los servicios que necesiten sin mentir ni arrojar a las mujeres bajo un autobús. 
No hay necesidad de derechos para las mujeres, si las mujeres no existen, y si la fuente de su opresión no es su sexo, sino los sentimientos de feminidad. Da igual lo que una mujer sienta sobre el género, ella va a experimentar este mundo como hembra. 

Aquellos que están hablando y haciendo preguntas sobre la identidad de género no están haciéndolo para ser crueles. No lo hacen porque sientan odio. Lo hacen porque tienen preocupaciones reales, genuinas que merecen ser tomadas en serio y tratadas. Y, si vas a hacer todo lo que está en tu poder para perseguir y silenciar a las personas que tienen esas preocupaciones, para decir a las mujeres que luchar por sus propios derechos las conviertes en personas que odian, que tus creencias son las únicas que importan, y que aquellos con los que no compartes creencias deberían ser arrestados o asesinados, entonces, lo que está claro que TÚ eres el fascista, TÚ eres quien odia, y TÚ eres quien tiene una mente cerrada y TÚ eres el opresivo. 
Así que todos sois libres de estar en desacuerdo con lo que yo digo aquí. Sois libre de compartir vuestras opiniones, sois libres de creer en lo que queráis, ya sea que la tierra es plana, que los gatos son mascotas estupendas, pero no tenéis derecho a imponer vuestras creencias a otros bajo la amenaza de violencia o de sentencia de cárcel. No tenéis derecho a amenazarme, silenciarme o criminalizarme por decir la verdad. 


Enlace artículo original:


Enlace video del discurso en original (Youtube):



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Colectivo Ultravioleta

colectivo ultravioleta
Por COLECTIVO ULTRAVIOLETA 31 de mayo de 2020
Estamos viviendo un momento de esplendor y rearme ideológico-reivindicativo del movimiento feminista. No es casual que se esté aprovechando esta situación para inocular, en el movimiento, un gran Caballo de Troya que está sembrando dudas, dentro de muchos sectores del feminismo, sobre el verdadero sujeto del movimiento. El movimiento feminista tiene sujeto político, no está difuminado, no se ha perdido. Era, es y será la MUJER. La opresión que vivimos deriva de nuestro sexo biológico, en base al cual se nos atribuyen una serie de roles que nos oprimen y pretenden modelar nuestras vidas. En este momento resurge un patriarcado en forma de teorías posmodernas que pretenden que todas las piezas vuelvan a encajar en el sistema que ya venía marcado. Como explica Ana de Miguel, nada cambia, sólo se transforma. Por ello, aunque nos situemos en un gran momento de rearme político, no se traduce en una sociedad más feminista. La cuestión de las mujeres siempre ha sido un elemento, dentro de la agenda política, que se podía posponer, donde los diversos actores han intentado alejar al movimiento feminista de su objetivo, diluyéndolo en otros, para mitigar de esta forma el objeto de lucha. Nos situamos en un momento similar a los vividos en el pasado, donde se aprovecha la potencia del movimiento para intentar destruirlo desde dentro, con la eterna pregunta sobre cuál es el sujeto del feminismo. Y lejos de destapar el sujeto infiltrado, un gran sector le permite, de forma sencilla, que tome las riendas, plantando semillas de duda y cediendo el foco de lucha. Un movimiento social es una “forma de acción colectiva” (Larraña, 1999) que pretende transformar la realidad. Todos los movimientos sociales trabajan y giran en torno a dos momentos: uno de redefinición de la realidad, que implica una fase teórica; otro sobre un momento de reivindicación, es ya un clásico dentro del feminismo. Ya ha pasado en otras ocasiones: todos los movimientos sociales con los que convive a lo largo de la historia quieren usurpar el sujeto, transformarlo, y después… quizás tirarlo. En un pasado, dentro de esta misma fórmula, nacieron los grupos de autoconciencia, provocados por un momento de redefinición. La teoría feminista es “una teoría crítica de la sociedad”. El feminismo, como el resto de movimientos sociales, tiene que ocuparse de hacer extensiva su visión crítica acerca de la sociedad que pretende reconstruir, pero con la particularidad de que el feminismo lo que pretende cambiar es toda una estructura social y las relaciones de poder que se dan dentro de ella. Un buen ejemplo lo encontramos en la serie de actualidad Mrs. America (2020), donde se observa cómo se pide constantemente al movimiento que reduzca sus exigencias, presionando constantemente y exigiendo la redefinición de los objetivos. ¡Cuánto hemos cedido! Como ya se ha mencionado, los movimientos sociales viven etapas consecutivas de políticas de redefinición y políticas reivindicativas (Ana de Miguel, 2002). ¿Es posible que nos situemos dentro de una etapa en donde se den ambos momentos de forma simultánea? Mientras avanzamos en la reivindicación ajustamos la redefinición, obligadas por teorías crípticas, a las que sólo se combate con claridad teórica. Como diría la gran maestra Celia Amorós: no hay nada más práctico que una buena teoría. Nos situamos en una encrucijada, en una pelea hegemónica, que marcará un hito importante dentro del movimiento feminista actual. Desde esta perspectiva planteo algunas reflexiones sobre qué debería hacer el movimiento feminista para poder avanzar en sus reivindicaciones y como sujeto de lucha: En el momento actual, de políticas reivindicativas de la lucha feminista, aun situándonos en fase de acción, es necesario hacer un alto en el camino para teorizar sobre lo que nos une a las mujeres y ejecutar un “pacto entre los feminismos”. Esta reflexión nos marca un punto de partida, y nos dará un impulso hacia la visibilización. Con esto quiero decir que es necesario partir de este análisis de forma conjunta y retomar la idea que suscribe de Ana de Miguel: “lo que nos ha unido, y nos une es la historia de la opresión que compartimos y las ganas de acabar con ella”. Opresión en base al sexo y perpetuada hasta nuestros días. Las conclusiones sobre esta reflexión fortalecerán el movimiento que está sufriendo un ataque constante y desde dentro. Una vez que se haya profundizado en el análisis, es necesario “universalizar la conciencia” (Ana de Miguel, 2014). Hay que crear un discurso que todas las mujeres puedan entender, defender y visibilizar. Es necesario seguir construyendo un “nosotras” fuerte y legitimador. Hay que tener en cuenta que la batalla es contra un sistema anclado y perpetuado, que a la mitad de la población le interesa seguir manteniendo, porque nadie quiere perder la oportunidad de sentirse poderoso, ni de dejar de ejercer poder. Por este motivo es necesario reivindicar nuestro espacio de lucha como espacio “no mixto”, en donde sólo nosotras seamos las protagonistas de las políticas de reivindicación propuestas. Pero para ello es necesario que nos alejemos de nuestra historia anti-jerárquica y seamos capaces de dotar al movimiento feminista de una estructura, como expone Jo Freeman en su texto “La tiranía de la falta de estructuras”. Estamos viviendo, en muchos espacios feministas, que la ausencia de estructuras enmascaran un poder no legitimado por la mayoría de mujeres pero instrumentalizado desde estructuras de poder de otros movimientos o partidos políticos. Unido al punto anterior, es necesario que nos mantengamos en una posición de alerta ante un posible riesgo de instrumentalización por parte de poderes hegemónicos sobre el movimiento feminista. Vivimos un nuevo momento de “confusión ideológica”. Partidos políticos que se llaman feministas cuya imagen consta de 5 hombres debatiendo sobre el futuro de la otra mitad del país. Como Kate Millet plasmó en su obra Política sexual, la “política es un conjunto de estrategias destinada a mantener un sistema de dominación”. Los políticos (varones) lucharán por mantener su status quo inalterable, por muy feministas que se quieran definir. No es casual que seamos protagonistas del difuminado del término MUJER dentro de políticas llamadas de “diversidad”, incluso de la eliminación de toda referencia a las cuestiones relacionadas con nuestro sexo de todo el espacio político. La eterna estrategia del Caballo de Troya, en primera línea del movimiento feminista, provocan que en relación a esta hipótesis aparezcan múltiples preguntas; ¿quién está dentro de ese caballo?, ¿qué objetivos persigue?, y la gran pregunta, ¿por qué?. En un análisis simplista, pero nada desacertado, se podría decir que, parte de esos objetivos podrían ser: desarticular el movimiento desde dentro, hacer que la lucha cambie de rumbo para que persiga otros objetivos (más acordes con los de quien conduce dicho Caballo de Troya) y, cuando deje de servir a esos nuevos objetivos, el movimiento ya estará dividido, roto, y habrá dejado de ser revolucionario. De momento, seguimos muy lejos de los ejes de poder. No hay una equiparación de la fuerza del movimiento con conquistas reales. El espacio público encarna el poder, los recursos, y la mujer continúa siendo excluida claramente de este espacio. ¿Nos ganará la batalla el Caballo de Troya que tenemos dentro del movimiento? CONCLUSIONES El movimiento feminista actual debe estar apoyado por teorías feministas adaptadas al momento presente, así como dotarse de las estructuras necesarias para combatir los obstáculos que se va encontrando. Del análisis realizado, la teoría que apoya estas ideas, y que debemos tomar como referencia, es el feminismo radical, del cual podemos analizar las relaciones de poder para entender el momento que vivimos. Adoptar, de nuevo, los grupos de autoconciencia para fortalecer el “nosotras”, y dotar a las bases del movimiento de empoderamiento y de pensamiento crítico. Del feminismo radical debemos replicar los actos reivindicativos y de sabotaje que protagonizaba, y que son tan necesarios como demostración de fuerza. LISTA DE REFERENCIAS De Miguel, Ana (2002) Hacia un nuevo contrato social: Políticas de redefinición y Políticas reivindicativas en la lucha feminista, en El reto de la participación, Mínimo tránsito, 2002. De Miguel, Ana (2014) La dialéctica de la Teoría Feminista: lo que nos une, lo que nos separa, lo que nos hace avanzar en Daimon. Revista Internacional de Filosofía, 2015. Freeman, Jo. La tiranía de la falta de estructuras. Publicado por Forum de Política Feminista - La organización de las asociaciones de mujeres. Laraña, E (1999) La construcción de los movimientos sociales, Madrid, Alianza Editorial. Millet, Kate (1995) Política sexual, Cátedra. Blanchett, C. Waller, D. Sher, S. Francini, C. Boden, A. Fleck, R. (Productores) (2020) Mrs.America [Serie de televisión] Estados Unidos. FXP.
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